viernes, 23 de diciembre de 2011

Analisis de la situacion politica (Mi aportacion personal)

Esta fue mi intervencion en la Asamblea de la agrupacion local del PSOE celebrada el pasado dia 14 de diciembre
Etapas similares a esta ya han sucedido en el pasado. Los que llevamos unos años militando en el partido hemos visto de todo, a nivel social y a nivel orgánico. Los que hemos conocido aquellas asambleas de la Agrupación Local de Huesca, con cerca de 500 militantes, en el salón de actos del antiguo edificio de cultura de la calle Ricardo del Arco, intuimos que vamos a entrar en una época tensa y difícil de remontar, y con un hándicap importante para superar esta situación, hoy somos pocos más de 200 militantes, y estamos muy alejados de las capas sociales que nos han dado su voto en el pasado.
Cuando las cosas bien mal dadas, lo orgánico es cuando más hace valer su supremacía, y es también cuando más se ven sus debilidades y su desconexión con la sociedad. Lo de ayer fue un ejemplo muy ilustrativo, que nos debe hacer reflexionar a todos hubo. Ayer en esta sala un buena conferencia de Ignacio Urquizo que nos explicó, con su pedagogía de profesor universitario, la importancia y la necesidad de la política sobre la economía para tener una sociedad más justa e igualitaria. Los asistentes a la charla éramos, en su mayoría, los mismos que hoy estamos en esta asamblea, aunque el acto era abierto a la ciudadanía. Esto no es mas que una muestra de cómo el partido esta esclerotizado, ensimismado, desorientado, sin capitán y sin coroneles y obviamente sin rumbo, estamos en una fase del sálvese quien pueda. La conferencia de Ignacio tenía que haber sido mucho más publicitada y haberse celebrado en un entorno fuera de la sede del partido.
El último proceso electoral ha sido también una muestra de ello, de los 20 diputados y diputadas de la legislatura anterior que Rubalcaba solicito que por su experiencia continuaran, pues se habían tenido que fajar en el Parlamento para sacar adelante las políticas de gobierno, no fue incluido en las listas ni uno. Y como ya paso en las candidaturas para las autonómicas y municipales, estas despedían un aire perdedor que hacían presagiar lo peor, como así ha sucedido, por desgracia para todos.
Reitero, estamos desconectados de la sociedad real, la oposición en las instituciones es manifiestamente mejorable, y en estas situaciones es cuando hay que remangarse y bajar al barro de la pelea dialéctica, si queremos canalizar el descontento ciudadano, que se va a dar, en cuando el PP empiece a aplicar las recetas de esos economistas, neoconservadores y ultra liberales, que se esconden tras el eufemismo de lo que ahora se ha dado en llamar mercados.
Para empezar, debemos reconocer que en algo nos habremos equivocado, que no solo basta con echarle la culpa a la crisis, sino que nuestro mayor error ha sido en como hemos gestionado la crisis, y tal vez también revisar alguno errores cometidos en el periodo anterior de la crisis, que todos comentamos en privado pero que nadie se atreve a decir en público.
Las elecciones mas que ganarlas el partido que esta en la oposición las pierde el que esta en el Gobierno, y ejemplos tenemos ya unos pocos en esta breve pero intensa época de democracia que estamos viviendo. Pero claro para que esto suceda hace falta estar en sitio y en el momento oportuno. El PP lo tuvo claro, cuando perdió las elecciones Generales en marzo de 2004 y 2008, la oposición tenía que ser dura, muy dura, para mantener cohesionado a su electorado, y así ha venido practicándolo. Para ellos no ha existido el “SENTIDO DE ESTADO” en ninguna de sus actuaciones políticas, lo demostraron con el 14 M, con el terrorismo de ETA o con la crisis económica y sus consecuencias. Por ello ahora no podemos caer en el “SENTIDO DE ESTADO” que ahora reclaman, y nuestra oposición ha de estar dirigida a plantear que hay otra política posible para lograr una sociedad más justa y equitativa. Hay que intentar demostrar que no todos los políticos somos iguales, porque si no la frustración se apoderará de la sociedad y entonces no se arremeterá con el PP, como ha sucedido con el PSOE, sino contra el sistema.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Proyecto, credibilidad y partido (Juan Moscoso del Prado diputado del PSOE por Navarra)

Los socialistas sabemos muy bien que estamos en una situación difícil, conscientes de que las elecciones no las hemos perdido solo por culpa de la crisis, sino también por otras razones. También sabemos que debemos renovar nuestro proyecto con nuevas ideas iniciando un debate que incorpore a la sociedad, a los muchos que nos han votado en las últimas elecciones y también a los que en su día nos dieron su confianza y que últimamente nos han abandonado.
Esta afirmación me parece oportuna a tenor de lo publicado desde el 20-N sobre la situación del PSOE y sobre lo que viene. Las críticas siempre son bien recibidas cuando son certeras, y también la autocrítica, que existe y es mucha, aunque siempre habrá quienes pretendan que los socialistas nos fustiguemos en público sin piedad. Hay y habrá autocrítica, y nos levantaremos y saldremos adelante. Y lo haremos de la única manera posible, con un nuevo proyecto que debe, básicamente y a partir de nuestros principios y base social, recuperar la credibilidad perdida como gestores de la economía, recomponer nuestra identidad socialdemócrata y remozar la estructura y funcionamiento del partido.
Sin trasvase de votos significativo a la derecha, las causas de las derrotas de 2011 están en nosotros mismos. Y dentro de nosotros ha sido la economía prácticamente en solitario la que nos ha llevado donde estamos. Aunque creo que era inevitable perder en 2011 por culpa de la crisis, como ha ocurrido en todas partes, nuestra gestión económica general ha sido la que ha determinado la amplitud de la derrota.
En materia económica debemos superar un doble reto, redibujar un modelo propio claro e identificable por la sociedad y recuperar nuestra credibilidad como gestores.
La indefinición de nuestro modelo económico se puso de manifiesto durante la legislatura 2004-2008. En la última campaña hemos dicho muchas veces que no supimos aprovechar la bonanza económica para adoptar las reformas que la economía necesitaba para cambiar el modelo de crecimiento, aunque estas venían claramente previstas en el programa electoral con el que ganamos en 2004. Una oportunidad perdida por diferentes razones que ahora no vienen al caso en combinación con el grave error, probablemente colectivo y como país, que supuso caer en la trampa de la burbuja inmobiliaria y dedicarse a cabalgar sobre la ola y cometer claras equivocaciones con la falsa creencia de que la situación económica perduraría siempre. De ahí, también, la pérdida de credibilidad como gestores de la economía, que no se debe solamente al elevado desempleo. Hay más elementos, rectificaciones sonadas, decisiones dolorosas, pero solo mencionaré uno, la sensación de fin de ciclo por insostenibilidad del modelo de gasto del conjunto de las Administraciones públicas que ha calado hondo en el subconscientecolectivo por mucho que expliquemos que la burbuja la crearon los Gobiernos del PP. La comparación de la alegría de lo que sucedió hasta 2008 con la realidad actual es durísima.
Es preciso también recuperar nuestras señas de identidad socialdemócratas, algo difícil y que exige poner en marcha un proyecto creíble de escala europea. Un proyecto progresista que relacione directamente y con claridad nuestros principios con nuestras propuestas y actuaciones. Creo que por aquí es por donde debemos empezar. Aunque es evidente que en materia social y civil ha habido grandes logros en este periodo, ese relato triunfal ha llegado también a cansar a la sociedad. El drama de nuestros éxitos es que la derecha los asume pronto como propios y la sociedad se olvida cada vez con más rapidez de quién los propuso o consolidó.
Europa ha sido otra de nuestras carencias, lo estamos viendo estos días con el desembarco conservador dirigido por Merkel y también Sarkozy. No hemos prestado la debida atención al hecho de que el auténtico debate político y económico sobre nuestro futuro se estaba librando en Europa. Hemos sido corresponsables, en gran medida por omisión, de la desaparición del contrapeso progresista ante la mayoría conservadora europea, sin duda más cómoda dejándose llevar hacia donde querían los mercados. Nuestra descoordinación y debilidad han permitido ese arrastre de la política por los mercados. Cierto es que país a país y sobre todo en los principales -Alemania, Francia, Italia y Reino Unido- la socialdemocracia atraviesa momentos muy complicados, pero no es menos cierto que hemos realizado muy pocas propuestas conjuntas a pesar de los esfuerzos del Partido Socialista Europeo (PSE).
Por fin parece que en 2015 concurriremos a las próximas elecciones europeas con un candidato único socialista para presidente de la Comisión para evitar repetir el episodio Barroso, y también puede ser que el SPD y el PSF gobiernen pronto, veremos. Si los socialdemócratas europeos no somos capaces de llevar propuestas conjuntas también al Consejo y a los Parlamentos nacionales no tendremos nada que hacer. Propuestas realistas que garanticen reforzar Europa, la estabilidad de la zona euro, el crecimiento y la financiación de nuestro modelo de bienestar social.
En tercer lugar el partido debe seguir cambiando. No debemos darnos por satisfechos con el funcionamiento del partido, hay que analizar por qué los ciudadanos no se sienten atraídos por él, no se acercan ni se afilian. Hay que fortalecer el partido porque con todos sus defectos debe ser el principal instrumento de lucha contra el dominio cada vez más apabullante de los valores conservadores en nuestra sociedad. La sociedad de principios y valores que defendemos los progresistas ha ido cediendo terreno a la sociedad de intereses que propugnan los conservadores. En nuestro país el éxito social o profesional, el ascenso social, invita a muchos a sumarse a valores conservadores. Pocas cosas me indignan más que los ciudadanos que abandonan flagrantemente la defensa de las políticas de igualdad de oportunidades que les han permitido llegar a ser lo que son, convertidos en menos de una generación en insolidarios defensores de la política de los intereses. Son generalmente los mismos que critican a otros ciudadanos en lo alto de la escala social por defender o apoyar políticas de izquierda. Pero es que desde nuestro partido se defiende con frecuencia una épica de clase decimonónica, que olvida nuestros principios y acompaña inconscientemente ese lento pero constante giro ciudadano hacia la política de intereses, hacia el conservadurismo.
Con demasiada frecuencia parece que queda poco espacio en el PSOE para los profesionales, empresarios y autónomos y clases medias progresistas, dispuestos por ejemplo a votar en contra de sus intereses en materias como fiscalidad y pagar más impuestos, simplemente porque creen en una sociedad más justa.
Desde el partido hay que trabajar para conseguir que los diferentes movimientos sociales y los ciudadanos de izquierdas colaboren con nosotros y vuelvan a considerar de nuevo al PSOE como la mejor plataforma para que sus sueños se hagan realidad. Lo mismo debe sentir la España del talento y la creatividad, la que moderniza día a día nuestro tejido social. Ello exige reducir la distancia entre cargos y militantes y sobre todo simpatizantes y ciudadanos multiplicando los procedimientos de democracia interna y participación.
En este sentido, creo que el ejemplo de nuestros compañeros franceses del PSF, que hasta hace poco estaban en una situación tan difícil como la nuestra, ahora es muy significativo, en tanto que ha creado ilusión de nuevo en millones de ciudadanos. Por ello, en el momento oportuno, creo que deberíamos convocar unas primarias abiertas a militantes y simpatizantes.
Tenemos mucha tarea por delante, ha habido aciertos, y también vaivenes en medio ambiente, memoria histórica, política de medios de comunicación, laicismo... que han desilusionado a muchos. También creo que los equipos que hemos configurado para el debate político no siempre han sido comprendidos o valorados por los ciudadanos. Sobre todo esto debemos reflexionar porque todos, yo el primero, somos responsables de las derrotas de 2011 que bien podían haber sucedido en el mismo día. La sociedad española espera mucho de nosotros, sabe que somos el único contrapeso a la política de intereses que defiende la derecha, quiere participar y cambiar las cosas, hagámoslo de nuevo con esfuerzo e ilusión.

Europa frente a la quiebra de la ética global

TRIBUNA: FEDERICO MAYOR ZARAGOZA

Europa frente a la quiebra de la ética global

En la década de los ochenta se aceptó sustituir los principios democráticos por las leyes mercantiles. Ahora, el poder se aleja de Occidente y las batallas que hay que ganar no son económicas sino, sobre todo, políticas
"Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie" Emily Dickinson
Ni un día más de rodillas. Ni un día más acosados por los mercados. La política debe alzarse.
El mundo a la deriva porque, en lugar de "Nosotros, los pueblos..." de la Carta de las Naciones Unidas y las referencias éticas establecidas por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aceptó en la década de los ochenta del siglo pasado sustituir los principios democráticos -tan bien establecidos por la Constitución de la Unesco- por las leyes mercantiles. Las Naciones Unidas se sustituyeron por grupos plutocráticos (G-7, G-8... G-20), pretendiendo gobernar el conjunto de la humanidad por los países ricos.
El desastre está a la vista. Una crisis múltiple -social, política, alimenticia, medioambiental...- y desconcierto generalizado. El gran dominio (militar, financiero, energético y mediático) favorece todavía, en su fase terminal, una economía de especulación, deslocalización productiva y guerra en lugar de una economía de desarrollo global sostenible. Se invierten cada día 4.000 millones de dólares en armas y gastos militares al tiempo que mueren de hambre más de 60.000 personas. Esta situación no afecta solo a los países más rezagados. En Estados Unidos hay más de 20 millones de parados, el doble de pobres y casi 50 millones sin seguridad sanitaria. Hay mucho que enmendar. De China, el gran país comunista-capitalista de la Tierra, por la deslocalización productiva guiada por la codicia, poco sabemos. No queremos conocer el "otro lado de la moneda".
Europa y Estados Unidos deben cambiar de paradigma económico muy rápidamente. Estados Unidos ha elegido recientemente un camino mejor, después del fiasco del "rescate" de las instituciones financieras: incentivos para la producción, inyección de fondos, escalonamiento en el tiempo de la formalización del déficit acumulado... La crisis financiera ha dado paso a la crisis de la deuda soberana. El euro no puede competir con el dólar o el yuan porque ambas monedas -como sucede con la libra en el seno de la Unión Europea- pueden "fabricarse" a voluntad. Y se cumple la paradoja de que China es el único país que puede ofrecer abundante liquidez.
El poder se aleja de Occidente. Para corregir las presentes tendencias, Richard Youngs, en su libro sobre el declive de Europa propone una "UE más abierta, internacionalista y universal en sus valores". Y añade: "Es urgente poner en práctica políticas adecuadas para enderezar las presentes tendencias en cinco áreas: multilateralismo, seguridad, identidad, valores democráticos y economía". Las batallas que hay que apresurarse a ganar no son económicas sino, sobre todo, políticas. Como resultado de la crisis, el G-20 ha desplazado al G-8... que ha intentado, sin éxito, llevar las riendas de la economía mundial, con un claro predominio europeo, ahora diluido.
Sucede que con frecuencia analizamos las consecuencias, pero no las causas: la ambición hegemónica representada sobre todo por el presidente Ronald Reagan y la primera ministra Margaret Thatcher en los años ochenta; la sustitución de los valores democráticos por el mercado; la gobernación plutocrática; la corrupción; las burbujas... En Europa nos hemos quedado en CEE, en una comunidad económica asimétrica y sin pautas de interacción y equilibrio. La Unión Europea no puede ser solo un título sino una realidad. Con carácter de urgencia. Y, para ello, el pluralismo y la diversidad que son la riqueza cultural y creadora de Europa, deben aunarse alrededor de unos valores éticos comúnmente aceptados, que constituyen la inmensa fuerza potencial de Europa. Es imperativo ser Unión Europea. A estos efectos, debe federarse y aceptar, como corresponde a una estructuración política de esta índole, una serie de directrices inherentes a la Unión: en política exterior, en política de seguridad, en política fiscal y económica, en ordenamiento jurídico, en prioridades básicas (salud, medio ambiente...). Este "compromiso federal" exigiría, entre otras cosas, que los representantes en el Parlamento Europeo fueran votados en unos comicios en los que la participación mínima fuera del 51%. Lo que sucede hoy con la representatividad de muchos de los miembros del Parlamento es un auténtico escándalo y una afrenta a la "democracia".
Concretamente:
  • Reducción de los medios destinados a armamento y gastos militares, con una política europea de seguridad que evite la obligación de adquirir artefactos propios de guerra pretéritas y permitir a Europa ser un gran interlocutor de Estados Unidos, Rusia y China, especialmente, no solo para evitar conflictos sino para luchar contra el terrorismo y el crimen organizado.
  • Promover alianzas internacionales y contribuir a la refundación de un Sistema de Naciones Unidas adaptado a la gobernación mundial, dotado de los recursos personales, financieros y técnicos adecuados. La inclusión de la Organización Mundial del Comercio y de las instituciones de Bretton Woods a las nuevas Naciones Unidas permitiría recuperar las funciones que exigen coordinación global (catástrofes naturales o provocadas; medio ambiente; respeto al derecho internacional, evitando la actual impunidad...). La modernización del multilateralismo implica incorporar representantes de la sociedad civil a la Asamblea General y demás órganos, y disponer -sin veto pero con votación ponderada- de dos Consejos de Seguridad adicionales: Consejo de Seguridad Socioeconómico y Consejo de Seguridad Medioambiental.
  • Regulación de los flujos financieros a escala mundial, con inmediata desaparición de los paraísos fiscales, máximo exponente de la insolidaridad social a escala local y colectiva.
  • Financiación económica y fiscal, con emisión de eurobonos y avales, evitando asimetrías y comportamientos indebidos en el seno de la Unión.
  • Fuentes de financiación alternativa dedicadas sobre todo a la cooperación internacional, lucha contra la pobreza y en favor de la igualdad, ayuda al desarrollo y a la innovación.
  • Educación, que forme a ciudadanos "libres y responsables".
  • Adoptar políticas de educación ciudadana y atención sanitaria cuando así se requiera, de tal modo que el consumo de alcohol, tabaco y drogas, dependa de la responsabilidad ciudadana, sin limitar el acceso por el precio, que estimula el tráfico ilegal y carece de efecto disuasorio alguno.
  • Políticas de integración y respeto a la igual dignidad ciudadana. Es precisamente en tiempos de crisis cuando no debe abdicarse de los valores éticos esenciales.
  • Energías renovables y fomento de la agricultura, pero disminuyendo los subsidios agrícolas tradicionales que llegan a ser ocho o 10 veces superiores a lo invertido en I+D+i.
  • Observatorio de evaluación y calificación económica, de gran rigor.
  • Relocalización ponderada de la economía productiva.
  • Evitar la evasión fiscal y la economía sumergida...
Corresponde a Europa el gran papel de restablecer las referencias éticas universales de la acción política, a través de los derechos humanos, y procurar el establecimiento de democracias firmes y eficaces en todo el mundo, no como un "modelo occidental" sino como "principios" aceptados a escala planetaria. Una Declaración Universal de la Democracia, podría ser ahora -como lo fue la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948- especialmente oportuna. Cito de nuevo a Youngs: "Debilitar el apoyo europeo a los derechos humanos y la democracia es una de las dimensiones más desalentadoras de la deriva de Europa". El Consejo de Europa y la Unión Interparlamentaria podrían aportar los esfuerzos ya realizados a este respecto, para que en muy poco tiempo fuera posible disponer de un texto que orientara los rumbos de la gobernación mundial y liberara a los políticos del acoso actual de los mercados.
Los problemas globales que afecten al destino común requieren soluciones basadas en principios globales.
Un aspecto a destacar, muy positivo, porque representa, por fin, la capacidad de expresión popular y dejar de ser espectadores pasando a ser ciudadanos participativos, es el de las movilizaciones a favor de sistemas plurales, con una mayor contribución popular a la toma de decisiones, gracias a lo moderna tecnología de la información y la comunicación. Hay que escuchar su voz.
Europa puede hoy, ahora, puesta en pie, dar al mundo en su conjunto -tan necesitado de horizontes y asideros éticos- el mensaje de los grandes referentes de la acción política.
Es tiempo de alzarse.
Federico Mayor Zaragoza es presidente de la Fundación Cultura de Paz.