jueves, 12 de julio de 2012

No seamos necios.

Hay un antiguo proverbio que dice así “Cuando el sabio señala la luna, el necio se fija en la punta del dedo”. Esto viene en relación con la ira de muchos empleados públicos que descargan contra los cargos, las estructuras políticas, y los propios partidos políticos para justificar que antes de recortar su salario se podían suprimir muchas otras cosas.
Efectivamente el ajuste entre ingresos y gastos se podría haber hecho de muchas maneras, y seguro que la mayoría serian mejores que la actual, pero cargar contra los pilares de la estructura del Estado Democrático y de Derecho es muy peligroso.
Las hemerotecas nos cuentan un caso paradigmático de Franco que durante cuarenta años fue un dictador, esto es, un político que no dejó que nadie más que él hiciera política. Y a pesar de eso es conocidísimo el consejo que, sin duda con sorna, le dio a un amigo: “Haga como yo, que no me meto en política”.
La Constitución Española diferencia claramente el papel del Gobierno y el de la Administración:
Artículo 97.- El Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de acuerdo con la Constitución y las leyes.
Artículo 103.- La Administración Pública sirve con objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley y al Derecho.

Lo que hay que hacer es cambiar al Gobierno, no suprimirlo.


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