martes, 25 de mayo de 2010

Ajustes e izquierdas (2)

Leo el editorial del periódico El País de hoy:
El Fondo Monetario Internacional ha pedido a España "medidas urgentes y decisivas". Y las ha detallado: una reforma financiera que permita a las cajas de ahorros convertir su capital social en acciones; el recorte del gasto que confirme el compromiso del Gobierno en reducir el déficit público y una reforma laboral "radical" (abaratamiento del despido y negociación más flexible de los convenios) para que funcione el mercado del trabajo. La perentoriedad del FMI indica que para sus analistas la economía española atraviesa por un momento crítico; y que ese momento solo puede superarse con una recuperación de la solvencia financiera pública y privada.
Sobre la reforma financiera, el Fondo se suma a las críticas por la excesiva lentitud de los procesos de fusión de cajas. Efectivamente, la refinanciación de las empresas, requisito indispensable para afianzar los muy débiles signos de recuperación económica, requería que el saneamiento de las cajas estuviera ya concluido; el retraso quizá pueda corregirse si se aceleran las uniones en marcha. Ayer se formalizó la "fusión virtual" entre la CAM (Caja de Ahorros del Mediterráneo), Cajastur, Caja Extremadura y Caja Cantabria. Es la solución para rescatar la CAM y un paso más en la configuración de Cajastur como cabecera en las operaciones de rescate y consolidación financiera.
Pero el Fondo va más allá de las fusiones. Propone "aumentar la capacidad de las cajas para captar capital externo" para que los fondos públicos no tengan que pagar el coste de los rescates financieros, y reducir la influencia política en los consejos. Tarde o temprano, este Gobierno o el que le suceda tendrá que hacer frente a estas dos decisiones, que suponen, en la práctica, romper con el dominio de los poderes autonómicos sobre las cajas. A nadie se le escapa que esta subordinación a las políticas locales está frenando la reestructuración financiera en España.
El FMI sugiere además que la economía española ha de resolver una contradicción peligrosa. Por una parte, tiene que reducir el déficit público (recortar nada menos que ocho puntos, del 11,2% del PIB al 3% en cuatro años); por otra, debe hacerlo con una recuperación económica "frágil". Aquí radica (como en Grecia y Portugal) el motivo principal de desconfianza de los inversores. No creen que la reactivación de la economía sea tan rápida como para asegurar que el déficit se recorta con la rapidez prevista por el Gobierno.
En cuanto a la reforma "radical" del mercado de trabajo, la posición del Fondo debería ser un poco más matizada. Si de lo que se trata es de crear empleo, resulta imprescindible mejorar el funcionamiento del mercado de trabajo independientemente de si se abarata el despido o no. La creación de empleo depende más de la recuperación de la actividad; y será más sensible a negociaciones más flexibles (de las empresas directamente con sus trabajadores) que a la rebaja de la indemnización por finiquito, asunto que también debe ponerse en discusión.
Por el bien de todos desearía equivocarme, pero debemos ponernos en lo peor y se empiezan a confirmar mis perores sospechas, quienes han doblado la muñeca al presidente para que adoptara las medidas impopulares de recorte del Estado de Bienestar, no se conforman solo con esto, quieren mas.
Los mismos que han sido los causantes de la caída de la economía financiera y, consecuentemente, de la caída de la economía real,ahora quieren continuar con la desmantelación del Estado del Bienestar y de las conquistas sociales de los trabajadores, que se vaya preparando Zapatero, hasta ahora "le han doblado la muñeca pero ya amenazan con partirle la crisma" como no obedezca.

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