miércoles, 16 de febrero de 2011

Sobre el liderazgo político

En general, el liderazgo politico es la resultante de la mezcla de convicciones profundas sobre un proyecto, adobadas por un carisma personal que permite una transmisión de fuerte impacto de ideas y mensajes a la opinión pública, a lo que debe añadirse la capacidad de asumir riesgos ante situaciones difíciles, incluso contracorriente, cuando los demás dudan. Las democracias mediáticas e irreflexivas son enemigas de los liderazgos sólidos En éstas priman los sondeos de opinión sobre las convicciones. Los líderes políticos se dejan arrastrar por las tendencias diarias de la opinión pública. lmpera la simplificación de los mensajes para ajustarse al minuto de los informativos en contra del razonamiento y la pedagogía necesaria para convencer a la ciudadanía.
Felipe González, en su reciente libro Mi idea de Europa, dedica un capítulo al tema de los liderazgos políticos y lo aborda, desde mi punto de vista, con planteamientos novedosos y originales. Está extendida la idea de que a la crisis de la Unión Europea hay que añadirle, como una causa más de la misma o como dato objetivo de la realidad, la ausencia de un liderazgo político en la construcción europea sustitutivo del que ejercieron Helmut Kohl, Mitterrand, Jacques Delors y Felipe González.
Este último, en el libro mencionado, apunta hasta cinco condiciones que debe reunir el liderazgo político.
"La primera es un compromiso fuerte y no mercenario con el proyecto que se ofrece y se representa, cualquiera que sea su naturaleza. Nadie que no crea en lo que hace y ofrece, genera esa credibilidad imprescindible para el ejercicio del liderazgo". Es evidente que sin convicciones sólidas no hay liderazgo. Max Weber desarrolló con profundidad esta cuestión distinguiendo entre la ética de las convicciones y la de la responsabilidad.
"La segunda condición —prosigue Felipe González— es la capacidad del líder de hacerse cargo del estado de ánimo de los demás". Esta condición me parece novedosa. González le plantea al político que sea capaz de diagnosticar cuál es el estado de ánimo de sus conciudadanos, faceta que tiene un componente sociológico, no para "seguir su estela, sino para cambiarlo en relación con el proyecto que se ofrece". "Si el líder no es consciente de que existe un estado de ánimo negativo no podrá intentar cambiarlo. No basta que un líder sea optimista si no se hace cargo del estado de ánimo de sus conciudadanos. El optimismo sin realismo "conduce a la melancolía, al distanciamiento y a la frustración".
La tercera característica del liderazgo reside en la capacidad para cambiar el estado de ánimo de los ciudadanos. Para ello es necesario no confundir el poder con la autoridad como cualidad moral. "Sin ésta el liderazgo desaparece, no queda ese resto de influencia sobre los comportamientos de los demás característico del buen liderazgo. Poder sin autoridad queda en nada cuando el mismo se pierde".
La cuarta condición del liderazgo "es la fortaleza emocional, que no debe confundirse con la inteligencia emocional de la que tanto se habla y con tampoco fundamento. Se identifica con la capacidad de no dejarse arrastrar por el éxito ni por el fracaso. Felipe González recupera en su reflexión el riesgo, que él señaló en su día, de "morir de éxito". "Si las cosas van bien, ¿por qué necesitamos cambiar? Debemos cambiar porque la realidad ha cambiado, si no cambiamos vamos a salimos de la realidad, o la realidad se va a alejar de nosotros".
La quinta cualidad del líder, en la sociedad actual, debe ser "una gran capacidad de coordinar equipos humanos y procesar información de una manera operativa". El líder debe elegir a los mejores aunque se encuentre con personalidades fuertes que quieran expresar sus opiniones y que a menudo se enfrentarán entre ellos por sus diferentes posiciones. "La habilidad del liderazgo pasa por sacar de cada una de esas personalidades lo mejor que puedan dar de sí mismas".
Finalmente Felipe González concluye sus razonamientos con una reflexión interesante sobre las instituciones y los liderazgos. "Si las instituciones son fuertes la gente tiende a tener comportamientos razonables y si las instituciones son malas, tiende a tener malos comportamientos". Pone como ejemplo la situación de algunos países emergentes en los que, de la mano de instituciones malas o frágiles, "el liderazgo se convierte en un ejercicio que va de la discrecionalidad a la arbitrariedad". Instituciones débiles propician el populismo, entendido como la pretensión del líder de gobernar al margen de las instituciones buscando la comunicación directa con el pueblo.
Considero que estas reflexiones son de mucho interés ya que vivimos en sociedades cada vez más complejas, fácilmente desorientables en cuanto al interés general, y en las que la política va siendo desplazada de su tarea esencial de ordenar democráticamente la convivencia civilizada entre las personas.
Articulo de opinión del Diputado del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso José María Benegas .


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